¿Nos movemos?

En la actualidad, debido a nuestras condiciones de vida, cada vez más sedentaria, existe una tendencia cada vez mayor a enfermedades como la obesidad, la diabetes mellitus (tipo II), la osteoporosis, enfermedades cardiovasculares, etc., que podrían evitarse en gran medida gracias a la realización de actividad física regular. No voy a descubrir el fuego con este post, pero sí me gustaría animaros a comenzar a cuidar vuestro cuerpo a través del ejercicio, pues sólo tenemos uno, y si nos llevamos bien con él, mejor que mejor. Cada día acuden a consulta personas cuyas molestias y problemas de salud mejorarían mucho si hicieran ejercicio físico regular, pero, sin embargo, no encuentran el momento o las ganas suficientes. Os voy a enumerar algunos de los beneficios del ejercicio, que no son pocos. El deporte mejora nuestro bienestar, pues permite las relaciones sociales (si se realiza en grupo), libera endorfinas, mejorando molestias y dolores, mejora nuestra autoestima y percepción de la autoimagen corporal, libera el estrés, nos mantiene fuertes y ágiles, nos ayuda a modelar nuestra figura, a presumir de una piel más firme y tersa… en fin, todo son ventajas, siempre y cuando realicemos actividades adecuadas para nuestro estado físico y cuidando los hábitos posturales durante la realización de las mismas y el sobreentrenamiento, para evitar lesiones. Por lo tanto, no es imprescindible, pero sí muy aconsejable acudir a un profesional cualificado que nos pueda asesorar sobre qué tipo de actividad nos conviene en cada momento, especialmente si sufrimos algún tipo de lesión o enfermedad cardíaca. ID-10038338 No obstante, hemos de recalcar que, aunque cueste levantarse y empezar, es cuestión de crear un hábito, de manera que poco a poco nuestro propio cuerpo nos pedirá que realicemos el ejercicio. Hay que empezar poco a poco, a intensidades bajas, aumentando progresivamente los ritmos y cargas, y no cesando en nuestro empeño por culpa de las temidas agujetas, pues poco a poco van desapareciendo si continuamos con el ejercicio. Es importante que busquemos actividades que nos llamen la atención, que nos resulten divertidas, así seguro que conseguiremos nuestro objetivo de empezar a ponernos en forma. Es decir, hay que encaminar el entrenamiento hacia el disfrute personal, no debemos percibirlo como un suplicio. ¿Miedo a las agujetas iniciales? Oye, son sólo unos días, una vez superada esa etapa, si el ejercicio es adecuado, todo son ventajas. Los actuales estudios apuntan como principal causa de las agujetas a una reacción inflamatoria en respuesta a las microlesiones musculares y tendinosas que se producen al no estar el músculo adaptado a la intensidad del ejercicio. El mito de los cristales de ácido láctico ha quedado ya totalmente descartado. Lo que ocurre es que el músculo hace un ejercicio de intensidad al que no está acostumbrado, se producen microlesiones musculares y tendinosas, lo que hace que se acumulen gran cantidad de metabolitos o desechos, que dan paso a una reacción inflamatoria e irritan las fibras nerviosas produciendo dolor. ¿Qué podemos hacer para aliviar el dolor producido por las agujetas? Pues bien, en primer lugar, prohibido el reposo, debemos continuar realizando ejercicio, ya que el bombeo muscular producido durante las contracciones musculares ayudará al retorno de esas toxinas y reducirá esa inflamación que nos molesta. Podemos también aliviar el dolor mediante la aplicación de frío en la zona dolorosa. Un masaje para descargar la musculatura también nos puede ayudar. Y, cómo no, también tenemos los medicamentos, podemos ayudarnos tomando algún analgésico o antiinflamatorio. Si tienes hijos, una buena manera de hacer que se mantengan sanos es instarlos a practicar deporte, unido a unos buenos hábitos alimentarios, otro de los pilares de la salud, pues somos lo que comemos. Si conseguimos crear buenos hábitos desde pequeños va a ser muy probable que los peques de la casa los mantengan durante la adolescencia y la edad adulta. Las personas mayores también deberían realizar actividad física regular, para evitar las enfermedades citadas anteriormente, pero sobre todo para mantener un buen estado físico, y poder gozar del mayor grado de autonomía personal. Un último grupo que no se me debe olvidar es el de las mujeres embarazadas, que, siempre bajo supervisión médica, deberían realizar ejercicios para mantenerse más sanas y en forma, y prevenir problemas y dolores en el embarazo y el postparto. Este ejercicio dependerá mucho de la actividad a la que la mujer embarazada en cuestión esté acostumbrada, por ello, no será lo mismo para una persona acostumbrada a realizar deporte antes del embarazo que para otra sedentaria que no ha hecho ejercicio en los últimos 5 años. Podemos realizar actividades de muy diversa índole: correr, nadar, andar a paso ligero, bailar, deportes de equipo, actividades de gimnasio, tanto cardiovasculares como de tonificación (fitness, cycling, step, pilates, running, natación…), disciplinas orientales (chi-kung, yoga, tai-chi…). Normalmente, lo ideal es combinar actividades encaminadas a la tonificación muscular con ejercicio cardiovascular o aeróbico, alternando ambos y se debe practicar al menos tres veces por semana (si podemos más, mejor). Y recuerda, durante el ejercicio, hidrátate bien, realiza estiramientos (al menos después, y si puedes también antes) y un calentamiento apropiado. Estos consejos, unidos a un buen cuidado postural serán claves para evitar lesiones. Si conseguimos engancharnos al ejercicio, en el buen sentido (pues también existen enfermedades psicológicas relacionadas con la obsesión por el ejercicio que debemos evitar, claro está…), y esto lo complementamos con una buena alimentación y una ausencia de hábitos tóxicos (alcohol, tabaco, etc.), viviremos más, pero sobre todo, viviremos mejor. ¿Empezamos a movernos?

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