Adolescentes, dolor y hábitos de vida.

Últimamente me están llegando a consulta bastantes casos de chicos en la pubertad / adolescencia con dolor, en algunos casos lesiones deportivas, pero en otras situaciones con dolores crónicos  instaurados, lo cual me preocupa, y pienso que la cultura y el modo en que nos relacionamos están teniendo mucho que ver. La adolescencia es un periodo vital fundamental en relación con la salud, una etapa complicada en la cual se produce la transición hacia la edad adulta, por tanto, el aprendizaje y las conductas en esta edad podrían repercutir de un modo decisivo en el inicio de diversos problemas de salud que pueden afectar al individuo el resto de su vida. En primer lugar me gustaría hacer una pequeña introducción sobre dolor, para que sepamos un poco mejor de qué estamos hablando, después entraré de lleno en el tema de adolescentes y finalmente lanzaré una serie de reflexiones de carácter socio-cultural sobre los aspectos tratados en el artículo.

La Asociación Internacional para el estudio del dolor (IASP), lo define como una experiencia sensorial o emocional desagradable, asociada a daño tisular real o potencial, o bien descrita en términos de dicho daño.

La función del dolor (agudo / adaptativo) es avisarnos de que ocurre algo en nuestro cuerpo, se trata de una llamada de atención; un ejemplo muy sencillo, me tuerzo el tobillo y me duele. Con esto, el cuerpo me está avisando de que me pare y fije la atención en el tobillo, ya que ha pasado algo ahí. Otro ejemplo son los dolores posturales que aparecen cuando uno pasa mucho tiempo sentado ante el ordenador, cuando empieza a molestar, el cuerpo se queja porque necesita cambiar de postura, necesita movimiento (no estamos diseñados para estar quietos). Este tipo de dolores son completamente normales e imprescindibles para la supervivencia humana. Pero puede ocurrir que aparezca dolor sin existir ningún problema o lesión en los tejidos, en caso de dolor crónico y disfuncional. En este caso, el dolor carece completamente de utilidad, y sólo reporta sufrimiento a las personas. Porque en la percepción individual del dolor no solo participan factores biológicos y problemas con la integridad estructural orgánica; otras cuestiones de carácter psico-social juegan un papel fundamental (creencias, actitudes, estados de ansiedad, catastrofismo, educación, entorno social, miedos, hábitos de vida…). Es por eso que una persona puede sentir dolor en ausencia de daño orgánico, o al contrario, podemos tener una lesión y sin embargo no sufrimos ningún tipo de molestia (por ejemplo, las protusiones discales en la columna lumbar son relativamente frecuentes a partir de cierta edad y muchas de ellas son asintomáticas).

Por tanto, el dolor es una cuestión extremadamente compleja, espero que estos ejemplos os puedan hacer reflexionar un poco sobre las causas del dolor, ya que lo más frecuente es asociar dolor a daño, y no siempre es así.

El dolor es un motivo de consulta cada vez mayor en niños y adolescentes, especialmente el dolor de espalda. Puesto que el haber sufrido algún dolor es el principal factor predisponerte para sufrir dolor, cabe analizar por qué se produce, y si podemos hacer algo para evitarlo o minimizarlo, especialmente desde edades tempranas. Se han hecho diversos estudios, voy a comentar  uno de ellos publicado en 2010 sobre el dolor de espalda inespecífico en adolescentes; en él se llega a la conclusión de que existen una serie de factores de riesgo, los más importantes serían la inactividad y el sedentarismo, el sexo, historia familiar de dolor de espalda,  factores emocionales y sociales.

Parece claro que los cambios en la sociedad debido a los avances tecnológicos, si bien por un lado suponen ventajas y ciertas comodidades que antes no teníamos, por otro están contribuyendo a la implementación de unos hábitos de vida poco saludables que predisponen a la aparición de dolor, obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares… esto es algo peligroso especialmente en los niños, pues las conductas aprendidas en la infancia suelen mantenerse a lo largo de la vida. Ya sabemos que la actividad física es fundamental para mantenerse saludable, por tanto, es imprescindible que los adolescentes realicen actividad física, y mucho mejor si es algo que les gusta. No es adecuado que no se muevan más que en las clases de educación física del colegio /instituto, y el resto del día estén sentados en clase y en casa, estudiando, y su tiempo de ocio consista básicamente en jugar a videojuegos y ver televisión. Repito de nuevo: el ser humano está diseñado para moverse. Además, las posturas mantenidas sentado a veces no son las más adecuadas y también producen dolores y pueden tener efectos negativos a largo plazo. Una buena alimentación es otro de los pilares de la salud. Los chavales deben nutrirse bien y obtener en la dieta todos los elementos necesarios, ya que están en proceso de crecimiento y tienen un alto gasto energético, minimizando en la medida de lo posible el consumo de productos envasados y procesados. Tenemos, por otro lado, muy importante, el descanso. Si un chico no duerme las horas suficientes su cuerpo no estará preparado para afrontar adecuadamente las actividades diarias, y a la larga también influirá en la aparición de molestias y dolores.

¿Qué pueden hacer los padres? Cuando un adolescente (o niño) tiene dolor, lo primero que debemos preguntarnos es si le pasa algo, es decir, si su cuerpo nos está avisando de que hay algún problema o daño tisular. Lo más importante cuando aparece dolor en un niño / adolescente es descartar la existencia de patología severa. La intensidad del dolor es un dato importante a tener en cuenta, junto con la aparición de otros síntomas (cansancio, fiebre, fatiga, falta de apetito, mareos, insomnio, ansiedad…). No es lo mismo un dolor ligero que sólo aparece al realizar un ejercicio físico determinado, que un dolor intenso que es constante y se acompaña de inflamación importante. Está claro, ¿verdad?

Entonces, es interesante reconocer cuándo un dolor es lo suficientemente leve como para no tener que acudir al médico (evidentemente, si un chaval se da un ligero golpe en la pierna y raspa la rodilla, le va a doler, sobre todo al principio, pero, si no hay ningún daño importante se curará con normalidad y no necesita demasiada atención).

Otra de las cosas que se puede hacer es esperar un poco y ver la evolución. Por ejemplo, cuando los adolescentes practican algún deporte, pueden aparecer lesiones o sobrecargas derivadas del mismo. A veces este tipo de dolores solamente están avisando de que el chaval está sobreentrenando, que debe bajar un poco el ritmo. En ocasiones es suficiente que dejen de entrenar unos días, hasta recuperarse, lo cual no significa que tengan que estar en reposo absoluto, pero sí descansar un poco de la actividad deportiva para dar tiempo a los tejidos a recuperarse. Es importante también que realicen estiramientos tras la práctica deportiva para minimizar lesiones.

Habría que preguntarse también si el adolescente está cumpliendo los hábitos de vida adecuados que he mencionado más arriba (alimentación, ejercicio y descanso), que todos sabemos la importancia que tienen.

Reconocer problemas de índole social y emocional también es primordial: ¿El adolescente está sometido a demasiado estrés, tiene problemas de relaciones sociales en el instituto, está descansando lo suficiente, problemas de autoestima, se está exigiendo demasiado, tiene tiempo para sus actividades de ocio, los padres u otros familiares le están enseñando conductas de enfermedad…? Incluso puede ser que pretenda llamar nuestra atención con la excusa del dolor. A veces existen “ganancias secundarias”, por ejemplo, no ir al instituto, recibir más atención y cuidados de los padres… que pueden explicar que aparezcan dolores o que estos se alarguen en el tiempo. Esto es algo que hay que considerar, una vez descartadas patologías. Como ya avancé antes, todos estos son factores a tener muy en cuenta.

Ser padre no debe ser fácil, y cuando uno no es profesional sanitario en principio no tiene las herramientas para poder reconocer este tipo de cosas, y, como, debido a nuestra educación y al funcionamiento hegemónico del sistema biomédico asociamos dolor a daño, cuando a nuestro hijo le duele algo se nos enciende automáticamente la bombilla de la preocupación. Bueno, creo que es algo normal, nos preocupamos por nuestros hijos, y si tenemos dudas o el dolor persiste lo mejor es acudir a un médico que nos pueda orientar, que, mediante la exploración subjetiva y objetiva determinará si reviste gravedad, necesita pruebas, pautará un tratamiento, derivará al niño a otro profesional…

Si tenemos claro que lo que el niño / adolescente tiene es algo leve, creo que debemos ayudarlo a aliviar sus molestias y recuperarse y DESDRAMATIZAR, quitarle hierro al asunto, para no fomentar conductas negativas asociadas al dolor, como catastrofismo, miedo al movimiento, etc., que lo único que van a hacer es facilitar la aparición de dolores crónicos maladaptativos en el futuro.

En casos de dolores músculo-esqueléticos específicos (por ejemplo, tendinopatía rotuliana por sobrecarga jugando al fútbol) e inespecíficos (dolor cervical sin que exista una patología de base que lo justifique), el fisioterapeuta también puede ayudar a la recuperación, a través de estrategias de terapia manual, ejercicio y educación, fundamentalmente. Por supuesto, en casos de dolor crónico en los adolescentes la fisioterapia también puede ayudar, y bastante.

Habrá ocasiones en que sea necesaria la derivación del adolescente a un psicólogo, si hay aspectos emocionales, sociales, conductuales… que están causando o perpetuando el dolor. Esto no debe ser visto como algo negativo, a veces necesitamos ayuda externa para poder gestionar nuestros problemas.

Para cerrar este artículo me gustaría solamente lanzar unas pocas reflexiones… ¿os parece normal que una chica de 13 años no tenga tiempo para dar una vuelta en bicicleta ni siquiera un par de días en semana? ¿Es natural que chicos de esta edad sufran ataques de ansiedad?

¿Os parece saludable que un chico de 14 años casi no duerma por las noches de la cantidad de trabajo que tiene acumulado entre sus entrenamientos diarios y el instituto?

Pues ambos son casos reales que me encuentro en la consulta.

Normal, no lo sé, porque el concepto de normalidad es una construcción social, u por lo tanto es variable (cambia en el tiempo y en el espacio), pero, ¿es saludable?

¿Les estamos exigiendo demasiado a nuestros adolescentes? ¿Acaso no hay un término medio? El estilo de vida actual caracterizado por la prisa, el estrés y la ansiedad, ¿está afectando también a nuestros adolescentes?

A las instituciones educativas: ¿no nos estamos pasando con la carga de deberes que tienen que realizar? ¿Nos limitamos a enseñar contenidos teóricos o quizás sea interesante educar también en habilidades sociales, comunicativas, educación en dolor…?

A los padres: ¿les estamos haciendo caso a nuestros hijos? ¿Les estamos escuchando, o nos limitamos a sobre-satisfacer sus necesidades materiales dejando de lado otras cuestiones importantes? ¿Les estamos enseñando conductas de enfermedad?

A los sanitarios: ¿estamos atendiendo adecuadamente los casos de dolor en los niños y adolescentes o estamos reproduciendo un sistema biologicista caduco que deja fuera un montón de causas (y soluciones) al dolor?

Evidentemente, como vivimos en sociedad, todos estos elementos interaccionan entre sí y juegan su papel. Por ello, no quiero que este artículo se interprete como una recriminación, pero sí que pueda inducir a la reflexión, sólo así avanzamos como seres humanos y como sociedad.

Por último, me gustaría recomendar un libro del Fisioterapeuta Carlos López Cubas, titulado “Cuentos analgésicos”, que me gusta mucho, ya que, de una forma muy amena puede ayudar a entender cómo funciona esto del dolor, y además aporta herramientas eficaces para el afrontamiento y la educación en dolor para los más pequeños.

Y, ya sabéis, si queréis comentar, sois bienvenidos. ¡Hasta la próxima!

BIBLIOGRAFÍA:

– Apuntes del Curso Avances en neurobiología del dolor y tratamiento del dolor crónico complejo, celebrado en Sevilla en Julio de 2013. Rafael Torres Cueco.

Cuentos analgésicos. herramientas para una saludable percepción del dolor. Carlos López Cubas. 2001. Zérapi Ediciones.

Dolor de espalda en adolescentes: prevalencia y factores asociados. Rehabilitación. Vol 13, nº2, Marzo 2009.

Asociación entre las mochilas escolares y el dolor de espalda. Revisión sistemática. Fisioterapia. Vol. 34, nº1, Enero-febrero 2012.

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